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Wednesday, 18 March 2020 08:00

¿Cómo funcionan los virus?

Los virus informáticos que afectan a ordenadores y organizaciones no son muy diferentes a los que enferman nuestros organismos. El COVID-19 ha acaparado toda la atención de la sociedad y el miedo de contagio ha puesto sobre la mesa los mecanismos de funcionamiento de los virus. ¿Quieres saber cómo funcionan?

La palabra “virus” proviene del griego veneno o toxina. La comunidad científica lleva años debatiendo acerca de su naturaleza, ya que no se les puede considerar como estructuras biológicas vivas. Algunos autores los definen como “organismos al límite de la vida”. Su venenosa etimología responde a su capacidad de atravesar cualquier tipo de barrera con el objetivo de multiplicarse y enfermar.

Un virus es básicamente una simple composición de elementos genéticos (ADN o ARN) encapsulados en proteínas. Su absoluta simplicidad les permite introducirse en las células de un huésped para multiplicarse. Es importante señalar que por sí mismos son incapaces de alimentarse, respirar o reproducirse: requieren de un organismo vivo para comenzar su ciclo. Una vez dentro de la célula, se desprenden de la cápsula liberando el genoma vírico que se ensambla en el material genético de la célula para que ésta ponga en marcha el mecanismo de replicación. Finalmente la célula huésped libera los nuevos virus reventando su membrana y muriendo en este proceso.

El origen de los virus sigue siendo un misterio. Algunos de ellos llevan viviendo con nosotros millones de años (como el de la hepatitis B), otros apenas unos pocos (como el ébola, el VIH o el COVID-19, el mediático Coronavirus). En el caso de estos últimos, la zoonosis (la transmisión de una enfermedad de un animal a un ser humano) es el origen de la amenaza que suponen.


¿Cómo funciona un virus informático?

Un virus informático es un software, líneas de código, que tiene como objetivo alterar el funcionamiento de cualquier dispositivo, sin permiso alguno del usuario y con fines maliciosos. Los primeros virus informáticos reemplazaban archivos ejecutables por otros infectados con el código de este. El paralelismo es casi perfecto.

Para empezar, la infección se produce de manera aparentemente inocua. Si un virus biológico se contagia a través de saliva o expectoraciones sin que el nuevo huésped se dé cuenta de su entrada, un virus informático utiliza medios similares: un almacenamiento usb compartido o un email con un archivo ejecutable. En cualquier caso, una vez dentro, la gravedad de la infección dependerá del código que lo componga: una simple gripe puede provocar malestar, algo de fiebre y tos; el virus informático puede generar daños leves o inutilizar completamente un ordenador o una organización.

Al igual que los virus que afectan a los seres vivos, los peores virus informáticos son aquellos que permanecen en un estado de latencia. Antes de manifestarse van multiplicándose sigilosamente, hasta que las numerosas copias (casi inidentificables) alcanzan partes esenciales del huésped. Ambos requieren de un metabolismo celular o un programa base para poder cumplir su cometido. Ya sea el sistema inmunológico o el sistema operativo, los virus acaban atacando al huésped hasta ponerlo en riesgo.

Epidemias

La transmisión de virus entre una persona y otra puede desembocar en una epidemia. La transmisión horizontal es el mecanismo de contagio de virus más extendido, siendo especialmente peligroso en lugares con gran densidad de población donde habitan individuos susceptibles al virus (no inmunes). Los virus informáticos pueden diseminarse por medio de réplicas y copias, y las redes ayudan a dicha propagación cuando no tienen la seguridad adecuada. Cuando un programa malicioso actúa replicándose a través de las redes se denomina gusano.

El 12 de mayo de 2017 se registró un ataque a escala mundial del ransomware denominado Wannacry. Tras un periodo previo de latencia, en el que el virus se expandió por los ordenadores de distintas empresas en diferentes países (utilizando una vulnerabilidad en el sistema operativo), ese mismo día se atacó a más de 140 mil ordenadores en todo el mundo. Importantes organizaciones se vieron afectadas hasta el punto de tener que parar su producción hasta lograr solventar el problema.

¿Cómo se evita una infección?

La vacunación (inoculación de un agente que se asemeja al virus para estimular la producción de anticuerpos) ha salvado cientos de millones de vidas humanas. Ante nuevos virus, la comunidad científica trabaja contrarreloj para hallar respuestas inmunológicas que curen la enfermedad y eviten la propagación vírica. También ocurre en el ámbito tecnológico, donde los desarrolladores crean efectivos antivirus que evitan la entrada de malware a nuestras máquinas.

Aún así, ante la presencia de nuevos virus, todos los expertos coinciden sin reservas que la prevención y las medidas de higiene son básicas para evitar contagios masivos. Conocemos a grandes rasgos las formas de contagio de un virus. Evitar el contacto y la profilaxis es fundamental en el caso de virus humanos: lavarse las manos, tapar de forma efectiva la tos o el estornudo. No abrir correos de remitentes desconocidos o sospechosos, evitar ejecutar archivos que provengan de fuentes dudosas o no introducir memorias usb que no hayan estado en manos conocidas, son medidas de rigor para evitar la infección de un virus informático.

Pero este tipo de cambio de hábitos y, en definitiva, de comportamiento es, en demasiadas ocasiones, un complejo proceso de aprendizaje e interiorización. Por ello cualquier ayuda es básica para facilitar nuevos hábitos de prevención ante cualquier ataque. Evitar el riesgo es algo que está en nuestras manos antes de que cualquier infección vírica puede causar cualquier tipo de daño en nuestra sociedad.

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